Capítulo 14- Buenas noticias.
Justo cuando la inconsciencia estaba a punto de apoderarse de Víctor José, se le adelantó el teléfono celular. A Víctor José le costó reaccionar. Sus músculos no obedecían las órdenes de su cerebro. Al décimo tono, cuando ya la mano situada al otro lado de la línea telefónica se disponía a darse por vencida, Víctor apretó el botón verde de su móvil. Se acercó el aparato al oído, pero por más que lo intentó, no logró articular palabra alguna.
-¿Víctor, estás ahí? -preguntó Juan.
El intento de respuesta afirmativa que obtuvo consistió en un desagradable sonido gutural. Juan suspiró decepcionado, consciente de que Víctor había vuelto a romper su promesa de dejar el alcohol.
-Está bien, no voy a decirte otra vez el daño que te estás haciendo -empezó a decir Juan-. Tú verás lo que haces. Yo sólo te llamaba para decirte que he encontrado a tu hija y a su novio Ricardo. Cuando estés en condiciones de hablar y razonar, llámame.
Un pitido intermitente sustituyó a la voz de Juan y Víctor José dejó caer el teléfono al suelo. Había procesado la información de Juan, pero su cerebro era incapaz de dar ninguna orden a su cuerpo.
-¿Víctor, estás ahí? -preguntó Juan.
El intento de respuesta afirmativa que obtuvo consistió en un desagradable sonido gutural. Juan suspiró decepcionado, consciente de que Víctor había vuelto a romper su promesa de dejar el alcohol.
-Está bien, no voy a decirte otra vez el daño que te estás haciendo -empezó a decir Juan-. Tú verás lo que haces. Yo sólo te llamaba para decirte que he encontrado a tu hija y a su novio Ricardo. Cuando estés en condiciones de hablar y razonar, llámame.
Un pitido intermitente sustituyó a la voz de Juan y Víctor José dejó caer el teléfono al suelo. Había procesado la información de Juan, pero su cerebro era incapaz de dar ninguna orden a su cuerpo.