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James Maybrick, alias JACK el DESTRIPADOR

<strong>James Maybrick, alias JACK el DESTRIPADOR</strong>

Jack el Destripador comenzó su carrera probablemente el 31 de agosto de 1888. Aunque no hay certeza absoluta, ya que se duda si el asesinato de una mujer, también prostituta, el 6 de agosto de ese mismo año, y que respondía al nombre de Martha Turner, fue también obra suya. En todo caso la policía no dio en su momento publicidad a este caso.

Martha fue asesinada por un "largo y afilado cuchillo" entre las 2 y las 3 y media de la madrugada. De todas maneras el hecho de haber sido sorprendida en el mismo barrio de Whitechapel en un pub que todavía existe (El Ángel y la Corona), da motivos a la sospecha

El primer crimen oficial, por así decirlo, y el que reconocen todas las crónicas, es el del 31 de agosto de 1888, Mary Ann Nicholls (alias Polly) (prostituta y alcohólica) que muere violentamente con la traquea, esófago y medula espinal, cortados; vientre abierto, etc. Se juzgó que la muerte había sido casi instantánea. En este caso sabemos que la policía no examinó el cuerpo en plena calle, y que lavó el pavimento y el cadáver antes de cualquier examen pericial. Podría parecer un caso de impericia profesional, aunque en la época la tecnología policial estaba en ciernes. También podría haber sido para no sembrar la alarma en la zona, sobre todo si pensamos en los dos casos anteriores que habían sido ocultados. Según el atestado forense "Las heridas infligidas a la víctima han sido hechas por persona experta, que hizo los cortes con absoluta precisión y limpieza."

Justo en ese mes, el 27 de septiembre, la policía recibe la primera carta firmada por "Jack el Destripador". Enviada a la Central News Agency, de Fleet Street está escrita con tinta roja (un detalle de humor negro) y en ella se escribe

"No cejaré en mi tarea de destripar putas. Y lo seguiré haciendo hasta que me atrapen. El último trabajo salió bordado (...) Retengan esta carta, sin hacerla pública, hasta mi próximo trabajo (...) No les importe llamarme por mi nombre artístico".

Cómo se ve, una misiva muy provocadora. Si este mensaje se hubiera enviado en la época actual, podríamos decir que la sociedad se enfrentaba a un "asesino mediático"; alguien que no sólo mataba sino que, además, quería salir en todos los medios de comunicaciónnull

"DE LA SIMETRIA INTERPLANETARIA" Julio Cortazar

&quot;DE LA SIMETRIA INTERPLANETARIA&quot; Julio Cortazar

Apenas desembarcado en el planeta Faros, me llevaron los farenses a conocer el ambiente físico,fitogeográfico,zoogeográfico, político-económico y nocturno de su ciudad capital que ellos llaman 956.

Los farenses son lo que aquí denominaríamos insectos; tienen altísimas patas de araña (suponiendo una araba verde, con pelos rígidos y excrecencias brillantes de donde nace un sonido continuado, semejante al de una flauta y que,musicalmente conducido, constituye su lenguaje); de sus ojos, manera de vestirse, sistemas políticos y procederes eróticos hablaré alguna otra vez. Creo que me querían mucho; les expliqué, mediante gestos universales, mi deseo de aprender su historia y costumbres; fui acogido con innegable simpatía.

Estuve tres semanas en 956; me bastó para descubrir que los farenses eran cultos, amaban las puestas de sol y los problemas de ingenio. Me faltaba conocer su religión, para lo cual solicité datos con los pocos vocablos que poseía pronunciándolos a través de un silbato de hueso que fabriqué diestramente-. Me explicaron que profesaban el monoteísmo, que el sacerdocio no estaba aún del todo desprestigiado y que la ley moral les mandaba ser pasablemente buenos. El problema actual parecía consistir en Illi. Descubrí que Illi era un farense con pretensiones de acendrar la fe en los sistemas vasculares ("corazones" no sería morfológicamente exacto) y que estaba en camino de conseguirlo.
Me llevaron a un banquete que los distinguidos de 956 le ofrecieron a Illi. Encontré al heresiarca en lo alto de la pirámide (mesa, en Faros) comiendo y predicando. Lo escuchaban con atención, parecían adorarlo, mientras Illi hablaba y hablaba. Yo no conseguía entender sino pocas palabras. A través de ellas me formé una alta idea de Illi. Repentinamente creí estar viviendo un anacronismo, haber retrocedido a las épocas terrestres en que se gestaban las religiones definitivas. Me acordé del Rabbi Jesús. También el Rabbi Jesús hablaba, comía y hablaba, mientras los demás lo escuchaban con atención y parecían adorarlo.

Pensé: Y si éste fuera también Jesús? No es novedad la hipótesis de que bien podría el Hijo de Dios pasearse por los planetas convirtiendo a los universales. Por qué iba a dedicarse con exclusividad a la tierra? Ya no estamos en la era geocéntrica; concedámosle el derecho a cumplir su dura misión en todas partes. Illi seguía adoctrinando a los comensales. Más y más me pareció que aquel farense podía ser Jesús. "Qué tremenda tarea", pensé. "Y monótona, además. Lo que falta saber es si los seres reaccionan igualmente en todos lados. Lo crucificarían en Marte, en Júpiter, en Plutón..?"

Hombre de la Tierra, sentí nacerme una vergüenza retrospectiva. El Calvario era un estigma coterráneo, pero también una definición. Probablemente habíamos sido los únicos capaces de una villanía semejante ¡Clavar en un madero al hijo de Dios..! Los farenses, para mi completa confusión, aumentaban las muestras de su cariño; prosternados (no intentaré describir el aspecto que tenían) adoraban al maestro. De pronto, me pareció que Illi levantaba todas las patas a la vez (y las patas de un farense son diecisiete). Se crispó en el aire y cayó de golpe sobre la punta de la pirámide (la mesa). Instantáneamente quedó negro y callado; pregunté, y me dijeron que estaba muerto.Parece que le habían puesto veneno en la comida.

Historias de WINNY DE PUH

Historias de WINNY DE PUH

Winny de Puh es, junto con el Alicia de Carrol, el Peter Pan de Barrie y El viento en los sauces de Kenneth Grahame, uno de los cuatro grandes clásicos de la literatura infantil, una obra maestra tan apta para niños de menos de diez años como para adultos de un buen nivel cultural. A.A. Milne, el escritor de estas divertidas historias protagonizadas por Christopher Robin -su verdadero hijo- y su oso de peluche Winny, nació en Londres en 1882, y sus primeros trabajos aparecieron en la popular revista satírica Punch. Fue autor dramático, ensayista, y escribió dos novelas policiacas, un par de libros de rimas infantiles, y sobre todo las dos historias, Winny de Puh (Winnie the Pooh, 1926) y El Rincón de Puh (The House At Pooh Corner, 1928), que le dieron fama universal y que hemos reunido en este volumen.

Milne nos cuenta con poesía e ingenio los juegos y andanzas de su hijo Christopher Robin con sus amigos favoritos: Winny de Puh, un oso de peluche glotón y un tanto zoquete y cantarín, Porquete, un cerdito inquieto y más bien miedoso, Tigle, un tigre brincador y fanfarrón, y otros habitantes del bosque.

La edición incluye las ilustraciones a todo color de Ernst H. Shepard, que han contribuido no poco a convertir a Winny de Puh en un mito moderno de la cultura popular.